Todo el que conoce a Isen Ravelo sabe que es “uno de los artistas más irreverentes y controversiales de la escena dominicana”, pues sus obras siempre llevan una crítica social frontal, la mayoría cargada de erotismo y sexualidad, otras con temas más populares y llenas de dominicanismos actuales. Su dramaturgia se caracteriza por la excentricidad de sus personajes y la rareza de estos, por estar creados desde los secretos más oscuros de la humanidad. “Tener capacidades para desenvolverme como actor, dramaturgo y director ha sido la combinación perfecta para mi fórmula artística”, afirmó Ravelo. Además, consideró que “un buen texto y una buena dirección le trazan un gran camino de facilidades al actor, y aunque no lo suela hacer actuar en un propio mundo ideado por mí mismo, me da una seguridad extraordinaria porque creo en mí como dramaturgo y director”.

¿Qué papel considera que ha jugado la colaboración con grandes artistas como Haffe Serulle, Isabel Spencer y Orestes Amador en su desarrollo profesional?
Esa es la segunda y verdadera escuela de un artista. Salir y trabajar con profesionales que te educan desde la labor misma y no desde el aula. Claro que sin la base académica, enfrentarse a estos directores no sería fácil ni llevadero. Pero es aquí donde te enfrentas a la verdad del arte.

¿Como escritor y director, cuál es su proceso creativo?
Mi proceso es diverso, todo dependerá de qué haga y para qué lo haga. Llevo un proceso como escritor, otro como director. Ambos estarán condicionados por el tipo de teatro que se escriba o se dirija, y sobre todo para quien esté dirigido.

¿Qué importancia tiene para usted la producción independiente en el contexto del teatro dominicano?
Es la que mantiene la calidad del mismo. Las grandes producciones creen que la calidad del teatro se mide por sus recursos, se preocupan por trabajos grandilocuentes y que impacten desde las facilidades técnicas. Pero el teatro independiente logra hacer con lo mínimo, grandes cosas, empuja a los creadores a un gran uso del imaginario y la creatividad. El teatro independiente es más libre, y menos condicionado por el público.

Como actor, ¿cómo elige los proyectos en los que decide participar?
En el pasado me metía en lo que sea, tenía sed de hacer, de conocer, explorarlo todo. Hoy en día para actuar necesito dos cosas, un ambiente armónico y de confianza y una buena paga. Con eso asegurado, cualquier personaje es un reto para mí.

Además de dramaturgo, también se destaca como director en temporadas de Microteatro en Santo Domingo, ¿cómo ha sido la experiencia y qué retos ha encontrado?
Es una de las experiencias más placenteras, sobre todo por mis capacidades para escribir teatro breve. Microteatro y en general cualquier espacio que me permita trabajar un texto breve en un espacio íntimo, me reta y me hace sentir comprometido con la creatividad. El reto de esto es encontrar actores con la capacidad para trabajar bajo este formato y su presión y método de ganancia económica.

¿Cómo describiría su experiencia como actor oficial de la compañía de Teatro Rodante Dominicano?
De las mejores experiencias de mi carrera. El Teatro Rodante Dominicano me ha movido a ser un actor más arriesgado, me ha hecho amar la actuación más que antes y me ha llenado de confianza para ejercer esta área. Tener un ambiente de trabajo propicio para el proceso de creación y una dirección motivadora y abierta a la propuesta y la exploración es todo lo que todo actor desearía en su carrera.

¿Cómo ha sido la experiencia de presentar sus textos dramáticos en escenarios internacionales?
Una vista positiva de tus textos en los artistas extranjeros refuerza la confianza como escritor. Creo que esto y el sentir que mi trabajo crece no solo en mi país, sino también fuera hace que mi propósito de inmortalizar mi arte comience a surtir efecto.

¿Cuál considera que es el mayor desafío de producir teatro en la RD y cómo lo ha enfrentado?
Producir en el país es un acto de voluptuosidad, en especial cuando no tienes los contactos necesarios y, sobre todo, cuando tu trabajo se caracteriza por ser contestatario y crudo.

¿Qué le llevó a fundar su propia casa productora y cuál ha sido su papel en su desarrollo profesional?
Después de haber salido del grupo de teatro Nacitus, decidí emprender mi camino para crear mi propio sello personal. Con Belamy Producciones inicié mi carrera como productor de mis propios trabajos y ha sido el sello que me ha permitido formalizarme como artista.

¿Qué impacto espera que tengan sus obras en el público y en la escena teatral dominicana?
Espero aportar a la apertura del pensamiento tercermundista, tirar mi grano de arena para que la sociedad dominicana evolucione y camine más rápido a un desarrollo cultural. Que la escena teatral dominicana comience a darle valor a los temas verdaderamente importantes en nuestro país.

Al mirar hacia el futuro, ¿cuáles son sus próximos proyectos y qué nuevas metas se ha propuesto alcanzar?
Mi principal meta es terminar mi segunda carrera. Quiero terminar la carrera de psicología para aprovecharla en mis procesos de escritor, actor, director y para mi vida personal.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir a nuestros lectores sobre la importancia del teatro y de las artes escénicas en la sociedad dominicana?
Arthur Miller dijo: “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”. El teatro desde mucho tiempo atrás es cultural, herramienta política, terapia psicológica, alimento para el alma, entretenimiento, reflexión y alegría.

Gratitud
El Teatro Rodante Dominicano me ha movido a ser un actor más arriesgado, y me ha hecho amar la actuación más que antes”.

Opinión
Producir en en RD es un acto de voluptuosidad, enespecial cuando no tienes los contactos necesarios y, sobre todo cuando tu trabajo se caracteriza por ser contestatario y crudo”.

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